A Emiliano y a quienes postearon sobre “imaginemos el peor de los casos”, gracias por sus reflexiones que comparto completamente. El riesgo mayor o menor, depende en gran medida de nosotros. Sin el más mínimo interés de oponerme a sus indiscutibles consejos, quiero compartirles lo que más me pegó después de la experiencia de “casi naufragar”.
En mi caso, soy muy meticuloso casi maniático en previsiones, cuidados y seguridad. Pero adentro del mar no dejamos de aprender a veces con dolor y espanto, que por más que cuidemos todos los detalles y probabilidades de errores, en el kayak, en el mar, estamos en peligro además, por riesgos imponderables que pueden surgir inesperadamente. Hoy serán unos, mañana otros, pero algunos de esos que son desconocidos, nos volverán a tomarán por sorpresa una y otra vez. No digo esto para ponernos fóbicos, o hacer un tango, sino para extremar la prudencia por lo que aún no conocemos. La experiencia, el entusiasmo y la pasión, nos dan una falsa seguridad y confianza que todo está bajo control, y esto puede volverse fatal.
Mi Honu ahora está panza arriba inutilizado, apoyado en lo alto de unas paralelas para gimnasia que tengo en el parque, permanentemente ante mis ojos, como un monumento al riesgo desconocido. Seguramente que en mayo lo llevaré a Mar
del Plata a la fábrica, a Matías. Por ahora estoy armando el nuevo carro de acuerdo a los posteos de este foro para transportarlo y seguiré entrando y pescando en mi K1. Gracias por las cordiales y alentadoras palabras de cada uno y los
mensajes privados de apoyo y ayuda para reparar el kayak. Muchas gracias. Abrazos. Basilio