En otro post les decía el peligro que se exponen los niños cuando con gran alegría corren para recibirnos en la zona de fuertes rompientes, poniéndose justo en donde puede salir disparado nuestro kayak cargado como un misil contra ellos. Por su baja altura el golpe irá a la cabeza. Y esto se agrava cuando los kayakistas al ver este inminente peligro nos enojamos y comenzamos a gritarles furiosos... pues ellos no entienden lo que pasa, o que es lo que hicieron mal; y se quedan atónitos, paralizados. La única manera que hemos logrado liberarnos del acoso de estos niños, es enseñándoles después que salimos, con mucho amor, el peligro que corren cuando inocentemente se acercan a los kayak en las rompientes. Hay no obstante, algunos que son perseveran en el error, y seguirán buscándonos en cualquier lugar que salgamos, aunque cambiemos de lugar y nos alejemos. Comprendamos que para algunos de ellos, somos como si saliera en su playa Popeye el Marino o Acuaman en su nave llena de pescados de lo más profundo del mar. Volvamos a enseñarles con paciencia lo que sabemos sobre los accidentes que pueden ocurrir a la salida. Empecemos por supuesto por nuestros hijos. Gracias Susana.