Cuidado con estos peces de mar
Cuando pescamos en kayak tenemos necesidad de conocer bien los peces de mar que subimos a cubierta, porque hay algunos que son verdaderamente peligrosos. El bagre de mar o mimoso está armado de tres chuzas, dos en las aletas pectorales y una dorsal, y como es robusto, fuerte, salta, se retuerce y es resbaladizo, es fácil que nos clave con alguna de esas púas. Por tanto, antes de subirlo a bordo y sacarle el anzuelo, conviene cortar esas chuzas con una pinza o tijera multifunción Mundial punto rojo. Otro pez de cuidado, es el pez elefante o gallo, muy baboso, resbaloso y de fuertes movimientos y contorsiones, que tiene una lanza aserrada y ponzoñosa que sobresale de la aleta del lomo. El chucho también tiene un arpón dentado en su cola tipo látigo, que busca clavar en quien lo atrapa. Esta chuza penetra fácil en la carne, pero no sale sin producir desgarramientos.
Su aguijón, tiene además un tóxico que inocula y produce un dolor lacerante, además de infección local. Si el chucho que estamos pescando es grande, no conviene que tengamos las piernas abajo, al costado en el kayak, pues cuando lo estemos trayendo, en alguna de sus corridas laterales y giros puede ensartarnos. Las rayas tienen una chuza igual, aunque no tienen tanta fuerza, son volátiles cuando hay viento, saltarinas y más ágiles para mover su cola con púa como un escorpión. Hay algunas de ellas, que además tienen cordones de muchas y duras espinas en su cara superior, el lomo y sobre la cola, que pueden lastimarnos las manos, o donde nos rocen. El tiburón espinoso de pintas o manchas blancas, tiene púas disimuladas en sus aletas pero que son muy venenosas. En este tema de prevenir accidentes y no ser apurados, no olvidemos la palometa, que tiene espinas en la zona dorsal retráctiles y no son visibles. Los zargos también tienen unas púas que dejan marcas por mucho tiempo. Los meros que tienen púas alrededor de las agallas, y nos traban con éstas, cuando lo queremos agarrar. El congrio, resbaloso como la anguila, tiene una boca que cuando muerde es como una pinza, que tiene una traba de reaseguro. Además, tiene dientes muy pequeños, pero muy filosos y no suelta. Si un congrio grande muerde un dedo, girará sobre si retorciéndolo de tal manera que puede llegar a seccionar la falange. Si pescamos cualquier pez de dientes cortantes y filosos es un peligro. Es preferible dejarlo que siga viaje. Nunca pongamos nuestros dedos cerca, ni adentro de sus bocas para tratar de recuperar el anzuelo. Llevemos otras brazoladas ya preparadas para cortar sin dudar el anzuelo, ante la posibilidad de sufrir un tarascón. No se nos ocurra meter dedos o mano dentro de la boca de escualos, lenguados, pescadillas, anchoas de banco y pez palo. Las lesiones y los cortes que producen quedan abiertos como labios y son muy sangrantes. El primer pez sable que pesqué desde el kayak tenía 1.70 de largo y en la desesperación que no se me enroscara en el brazo y me mordiera, le cerré su gran boca clavándome yo mismo, los dos sables de abajo y los dos de arriba en la mano. Pues esos dientes le sobresalen de su boca. Lo mismo lo sostuve, pero tuve las marcas las durante meses. Su mordida es como de muchos pequeños puñales. Arriba del kayak son como un látigo prehistórico que se sacude y se enrula, revoleándonos todo lo que tenemos a bordo, carnadas, ceba, etc. Por eso cuando es grande, muchos prefieren cortar la brazolada y dejarlo ir. Hay pescadores que como no ven dientes en la corvina negra, le quieren sacar el anzuelo metiendo la mano en su gran boca sin saber que adentro, en su garganta, tiene una moladora, que le va a triturar los dedos como si se tratara de un cangrejo. Será una experiencia inolvidable. Al pez perro (que es familiar del rape americano o diablo de mar o pejezapo) es mejor no subirlo a cubierta, sino una vez que lo hemos identificado, cortar la brazolada y que se lleve el anzuelo puesto como pirsing. Porque el pez perro usará sus grandes aletas duras laterales tipo patas, para apoyarse en la cubierta y te va a saltar como un perro con agilidad y precisión al dedo, mano, pierna, lo que tenga más cerca. Creo que tiene tanta puntería en el salto, por la disposición frontal de sus ojos, porque nos mira como si fuera un hombre. Sus ojos son muy parecidos a los humanos y nos sigue con la mirada. Y como tiene una boca enorme y su dentadura es aserrada y superfiloza, corta y además traba la mandívula. Para abrirle la boca es una historia. Hemos estado luchando haciendo palanca por un rato, para que soltara una mano, que por supuesto la liberamos, pero con profundos cortes y muy traumatizada. Pero el que nos toma más de sorpresa es el “torpedo eléctrico”, que también se llama raya eléctrica, y que se acerca a nuestras costas en verano. Vive en fondos arenosos y es solitario. Tiene a los lados de la cabeza, una especie de enormes pulmones que parecen inflarse, pero son generadores eléctricos de alto voltaje, formados por bloques musculares que producen electricidad. A esta carga eléctrica la puede transferir voluntariamente con una descarga de 220 voltios y 7 A de intensidad. Es una de las 35 especies de rayas eléctricas. Hay de mar y de río, y son muy parecidas. En esta zona de la provincia de Bs. As. y más bien al norte, como máximo puede tener 1.50 m. de largo. En Reta pescaron un “torpedo eléctrico” grande de 30 kilos y pusieron varias fotos en http://www.playasdereta.com.ar/pesca.html#raya
Al lado de la que pesqué en Gesell, esa raya eléctrica es gorda y bellísima. La que yo pesqué tenía sólo 4 kilos, detrás de sus ojos, cuernitos espinosos, y pespunteados blancos que le dibujaban una especie de máscara diabólica. Y con una sola patada eléctrica me contracturó el brazo derecho. Su cuerpo era circular, robusto y compacto, marrón con zonas más oscuras. Y la manera de sacarle el anzuelo, es primero chucearlo con algo que
no trasmita electricidad, para que haga tres descargas seguidas como mínimo, ya que se queda sin batería; pero hay que apurarse, antes que vuelva a recargar las pilas. Este “torpedo eléctrico”, si es grande y pesado es de alta peligrosidad para los kayakistas de mar, pues por una descarga eléctrica violenta puede dejar paralizado o acalambrado un miembro por un rato. Y lo peor sería si nos caemos del kayak, por nuestra propia reacción
a la patada eléctrica y al susto. También en el kayak, es necesario cuidarnos de otros animales, las aguas vivas o medusas que aunque no son peces, nos pueden causar daño. En verano y otoño, después de varios días de viento del sector norte, cuando las aguas del mar se calientan, es frecuente que desde el kayak veamos aguas vivas o medusas de todos los tamaños que pasan arrastradas por la deriva. A veces, hay una cada 50 centímetros. Y como con estos vientos de tierra las aguas se oscurecen, y a estos animales gelatinosos y flotantes no los podemos ver, no nos conviene bajar las piernas del kayak, ni nadar para refrescarnos, pues nos pueden ocasionar lesiones en la piel, con sus nematocistos (especie de microscópicas espinitas que están en sus tentáculos y funcionan como jeringuillas que quedan clavadas en nuestra piel y siguen inyectando sus sustancias tóxicas) Esas sustancias son muy urticantes y ardientes para nuestra piel. Cuanto más atractivos sus colores vivos y dibujos, suelen tener una ponzoña más poderosa. Este animal nunca ataca, sólo produce lesiones si se pone en contacto con nuestra dermis por accidente. Aún las aguas vivas rotas o solamente sus tentáculos, nos pueden producir el mismo efecto. Causa unas lesiones en forma de “edemas” o gran inflamación, picazón, quemazón, junto con prurito, y posteriormente se forman unas vesículas o ampollas de coloración violácea muy dolorosas. Si alguno tiene una predisposición alérgica, se pueden originar calambres, dificultades respiratorias, dolor de cabeza, mareos, náuseas, sudor frío y pulso acelerado. El peligro de infección es alto. Consejos ante el contacto con una medusa común: Extraer cualquier resto de tentáculo que permanezca adherido a la piel, usando guantes, o el filo de un cuchillo puesto de plano para sacar los nematocistos que son las jeringuillas clavadas de ese tentáculo en la piel. El vinagre hace que esos aguijones dejen de inyectar veneno. Aplicar frío sobre la zona afectada durante 15 minutos usando una bolsa de plástico que contenga hielo. Nunca aplicar hielo directamente a no ser que sea de agua marina. Si el dolor persiste conviene aplicar de nuevo la bolsa de hielo durante otros 15 minutos. No limpiar la zona de la picadura con agua dulce, usar siempre agua salada. No frotar la zona afectada con arena ni con la toalla. No frotar la herida con orina ni bebidas alcohólicas. El cambio en el Ph puede activar más nematocistos y producir más dolor. Si el estado de la víctima empeora progresivamente y se detectan complicaciones respiratorias, convulsiones o alteraciones cardíacas, ha de ser llevada inmediatamente al hospital para que le traten de estas afecciones. Las personas que han sido picadas una vez, quedarán sensibilizadas por lo que una segunda picadura puede producir una reacción más severa. Se recomienda además identificar la especie de medusa que ha ocasionado la picadura y aplicar el tratamiento médico correspondiente, que puede ser éste una solución saturada de sulfato de magnesio en una solución de cloruro sódico, en el caso de la medusa Pelagia noctiluca; una solución acuosa concentrada 1:1 de bicarbonato sódico, para la Chrysaora hysoscella; una solución saturada de sulfato magnésico en una solución de cloruro sódico, para la Rhizostoma pulmo y la Cotylorhiza tuberculata; y un chorrito de vinagre, para la Chironex fleckeri. Todos estos tipos de medusas son fácilmente identificables si el personal de los puestos de socorro de playa está calificado y cuenta con medios suficientes. Ahora, a enseñar a otros a cuidarse de estos peces y aguas vivas.