Estimados Compañeros:
Les adelanto que este es un extenso relato para quien tenga ganas de reírse un poco.
El sábado pasado, mientras casi todos Uds. disfrutaban las mieles de Mar Chiquita; en Anchorena se siguió escribiendo la historia de pescaenkayak.com.
Francamente lamento mucho que se la hayan perdido, porque se escribió una página dorada, pero del humor, fue mortal. Hacia tiempo que no me c..g..ba tanto de risa, hasta llorar.
La cosa fue así: entusiasmado con el tercer uso de mi Delta, decidí invitar a mi amigo Walter (neófito como yo en el kayaquismo) y pusimos rumbo a Anchorena.
Luego de compartir una agradable previa con Marcelo, Surycato y el experimentado XX (perdón no me acuerdo el nombre, ya lo reconocerán en la foto), XX nos sugirió (con toda la sutileza de quien se la ve venir) que antes de la partida en grupo hacia la boya, hagamos un poco de práctica ya que ni mi amigo ni yo jamás habíamos subido en pareja. Obviamenteeeeee nuestra estúpida respuesta fue negativa. Hombres como nosotros!, con las sienes plateadas y tanta vida acumulada no íbamos a tener ninguna dificultad. Ante nuestra respuesta grandilocuente la voz de partida fue inmediata. Para que!!!
Marcelo, Surycato y XX en pocos segundos ya se habían alejado unos 30 mts y empezaban a mirar para atrás. El río estaba muy "pícado" y nosotros habíamos dado comienzo al espectáculo humorístico: 1er acto, en tres intentos sucesivos hicimos inmediatamente encallar el Delta.
El primer diagnóstico fue claro: a) sobraba peso, b) faltaba profundidad, o c) se daban las dos condiciones anteriores.
El segundo diagnóstico no solo fue claro, fue patético: la adversidad me despojó del entusiasmo adolescente que me invadía y la realidad me golpeó duro cuando reparé en la silueta de mi amigo y luego en la mía: parecíamos dos gordos sindicalistas pretendiendo flotar sobre un palito de helado. El Delta no nos cargaba, nos sufría. Una estimación rápida indicaba que solamente nuestras siluetas sindicalistas totalizaban casi 200 kg.
Ya lejos, Marcelo, Surycato y XX detuvieron su avance y con un respeto digno del mas profundo elogio vi que nos esperaban. Eso nos puso impacientes y, con más profundidad, de inmediato dimos comienzo al 2do acto: nuestro ingreso al Delta.
No miento, y creo que me quedo corto, si les digo que nos caímos 5 (cinco) veces seguidas e inmediatamente consecutivas. Con el agua hasta la cintura, la caída era inmediata al ingreso del segundo. No había forma. Antes de poner en crisis el compañerismo claramente manifiesto de quienes nos esperaban, tomamos la decisión esperable: la pesca se aborta, ¡vallan Uds.! Ellos pusieron rumbo a la boya y nosotros vuelta a la playa (a escasos pasos) a descargar todo.
Con el orgullo herido la cosa no podía terminar ahí. Dejamos de lado el orgullo, descargamos todo y solo munidos de los remos volvimos a la carga relajados con el único objetivo de permanecer a bordo por más de 60 segundos. Fue mortal, la historia se repitió y nos c..g..mos de risa hasta las lágrimas.
El río seguía muy “picado” y ya no sabíamos cómo ni qué hacer, parecíamos “EL DÚO PAR DE PE…” hasta que la solución surgió de lo impensado: piernas afuera del kayak. Y ahí dejamos de caernos y a dominar la estabilidad, pero de pretender navegar ni hablar (íbamos con las cuatro piernas afuera como cabalgando el kayak). El panorama era éste:
Así fue que nos quedamos recorriendo y disfrutando del río cerca de la costa y la verdad que la pasamos bárbaro. Esa mañana no se va a olvidar fácilmente.
Al poco rato, Marcelo, Surycato y XX (perdonáme pero sigo sin acordarme tu nombre) estaban de vuelta. Tras el relato y con mucho respeto evitaron las carcajadas y compartimos el cierre de la jornada con la elogiable camaradería a la que me estoy sumando.
Va un fuerte abrazo para todos